LA OFRENDA
Acercándose la fiesta de Todos los Santos un hombre muy
flojo no quiso poner ofrenda, su esposa le comente que lo tenía que hacer, pero
el no hizo caso y se fue al monte. Al ir subiendo vio a mucha gente, primero
muchos niños, después paso gente mayor entre los vio a un tío de el ya que había
muerto. Se quedó aprisionado en el ocote, árbol junto al que estaba parado;
todos bailaban rumbo al pueblo.
Permaneció prisionero
en el ocote hasta el día siguiente, al ver regresar a la gente que llevaban su chiquigüite
con ofrendas de sus familiares. Observo que sus padres solo llevaban una tortilla y un bultito de
quelites. Todos iban contentos excepto sus padres. Al terminar de pasar el
señor se liberó.
Regreso al
pueblo y contó a su esposa lo sucedido. Le pregunto qué había puesto en la ofrenda, y respondió que solo tortillas y quelites, pues no tenía nada más.
El hombre se
arrepentido de no haber ofrecido nada mejor
y prometió hacerlo bien el próximo año, terminando su promesa, murió
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