lunes, 3 de marzo de 2014

                                                         

LA   OFRENDA

Acercándose  la fiesta de Todos los Santos un hombre muy flojo no quiso poner ofrenda, su esposa le comente que lo tenía que hacer, pero el no hizo caso y se fue al monte. Al ir subiendo vio a mucha gente, primero muchos niños, después paso gente mayor entre los vio a un tío de el ya que había muerto. Se quedó aprisionado en el ocote, árbol junto al que estaba parado; todos bailaban rumbo al pueblo.
Permaneció prisionero en el ocote hasta el día siguiente, al ver regresar a la gente que llevaban su chiquigüite con ofrendas de sus familiares. Observo que sus padres  solo llevaban una tortilla y un bultito de quelites. Todos iban contentos excepto sus padres. Al terminar de pasar el señor se liberó.
Regreso al pueblo y contó a su esposa lo sucedido. Le pregunto qué había puesto en la ofrenda, y respondió que solo tortillas y quelites, pues no tenía nada más.
El hombre se arrepentido de no haber ofrecido nada mejor  y prometió hacerlo bien el próximo año, terminando su promesa, murió
 



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